La pandemia por COVID-19 alcanzó a los pueblos indígenas de la Amazonía y ha dejado dramáticas consecuencias que siguen aflorando implacables en la triple frontera que forman Brasil, Colombia y Perú sobre el río Amazonas. A cada lado se repite el mismo grito desesperado de auxilio. En esta remota región las líneas que delimitan los países son un ejercicio de imaginación. El control migratorio es casi nulo, y con esa facilidad el virus se ha extendido a tres bandas.
La Coordinadora de Oganizaciones de la Cuenca Amazónica (COICA), que representa a los nativos de los nueve países de la cuenca, lanzó un evento virtual llamado “El Grito De La Selva” con el objetivo de posicionar la voz de los pueblos indígenas, a través de espacios virtuales de diálogo y debate, de manera previa a la gran Asamblea Mundial por la Amazonía que se realizó el 18 y 19 de julio.
Este evento invitaba a participar a toda las personas, instituciones y organizaciones interesadas en escuchar la voz de los pueblos indígenas desesperados por la grave situación que vienen atravesando, y dieron a conocer sus propuestas frente a la pasividad y lentitud de los Estados que poco hacen para atender sus justificadas demandas.
Entre estas propuestas, los ponentes coincidieron en que necesitan estrategias jurídicas porque los gobiernos no están ayudando a proteger la Amazonía, decretar a nivel mundial la emergencia sanitaria porque la pandemia está matando a los pueblos indígenas y piden más justicia con los territorios porque las empresas extractivas de minería, hidrocarburos y tala continúan trabajando y siguen amenazando a los bosques.
Apelar a la solidaridad internacional es el último recurso para los tres millones de indígenas que habitan la Amazonía, donde el coronavirus se une a las demás amenazas persistentes en la selva como la contaminación, la invasión de tierras y la tala ilegal.